“Cuento”
La nostalgia se mascaba en el ambiente.
La vida a duras penas podía hacerle frente.
La esperanza llegaba a su fin.
Cuando todo parecía dirigirse inexorablemente hacia el abismo, una maestra de las que nunca se rinden tuvo por fin una idea. Sin quitarse siquiera la camiseta raída y las zapatillas viejas que la acompañaban desde hacía semanas, salió a la plaza del pueblo, esa que antaño lucía todos los colores del arco iris y que ahora era gris y casi lúgubre. Gritó, con todas las fuerzas que le quedaban, que convocaba un concurso entre vecinas y vecinos. Cualquiera, de cualquier edad y condición, podía participar.
Las condiciones parecían fáciles de cumplir: para concursar, bastaba querer. Lo que se buscaba: inventar un artilugio capaz de devolver la alegría al pueblo. La fecha límite: cuanto antes, mejor.
Se pusieron manos a la obra.
De una rendija salió volando una mariposa, que propuso que todas las gentes aprendieran a volar, como ella. Porque eso la hacía feliz. Le respondieron que no servía, porque para eso todas las gentes necesitarían alas, como las suyas. Pero reconocieron el interés de su propuesta y le dieron una mención de honor: todo aquél que fuera capaz de fabricarse unas alas, tendría una plaza en sus clases de vuelo. Así, al menos parte del pueblo volvería a sonreír.
De un bolsillo salió una mano, que propuso establecer un puesto de suministro de caricias. Dijo que era experta en este arte, y que a ella la hacía feliz. Pero le dijeron que no servía, porque para eso todo el mundo necesitaría unas manos, y no todos las tenían. La oruga se puso triste porque era por ella por lo que la mano no ganaría el concurso. Pero reconocieron el interés de su propuesta y le dieron una mención de honor: todo aquél que fuera capaz de tocar de cualquier manera, tendría una plaza en sus clases de caricias. Así, al menos parte del pueblo volvería a sonreír.
De un árbol brotó una flor. Propuso llenar de dulces aromas el aire del pueblo, porque eso la hacía feliz. Pero le dijeron que no servía, porque para eso todo el mundo debía conocer los ingredientes precisos y saber mezclarlos en las proporciones perfectas, y no todos los habitantes del pueblo habían podido estudiar para adquirir esta sabiduría. Pero reconocieron el interés de su propuesta y le dieron una mención de honor: todo aquél que tuviera interés en aprender los secretos de las ciencias tendría una plaza en su clase de elaboración de perfumes. Así, al menos parte del pueblo volvería a sonreír.
Después vino el árbol, que propuso silbar al viento, y el río, que propuso viajar por el mundo, y la vecina de arriba, que propuso hacer pan, y el niño de la esquina, que propuso jugar a la pelota. Pero nadie encontraba la fórmula perfecta que sirviera a todos los habitantes del pueblo sin excepción.
Cuando lo ánimos empezaban a decaer, de la ventana de la biblioteca salió volando un cuento. Propuso contarse a sí mismo y a los demás cuentos de las otras estanterías, para que todas las gentes del pueblo lo disfrutaran. Porque eso lo hacía feliz. La maestra pensó y pensó. Los demás concursantes pensaron y pensaron. Y encontraron que su propuesta era perfecta. Y el cuento ganó el concurso. Porque hacía feliz a quien lo escribía. Hacía feliz a quien lo leía. Hacía feliz a quien lo narraba. Hacía feliz a quien lo dibujaba, y a quien lo editaba y a quien lo vendía y a quien lo compraba y a quien lo mimaba en la biblioteca. Pero especialmente hacía feliz a quien lo disfrutaba. Y no pudieron encontrar a nadie que no pudiera disfrutar de un cuento.
El premio fue ser eterno. Tener el privilegio de dar un abrazo al alma de cada ser que lo disfrutara. Ser la memoria del pueblo. Por siempre jamás.
Las «palabras semilla» de este cuento, que provienen del trueque de Instagram del 12 de mayo de 2020 son (por orden de llegada): nostalgia, colores, caricia, vida, mariposa, esperanza, abrazo, cuentos, zapatillas. ¡Mil gracias a quienes me las habéis dado, ya veis qué buena cosecha hemos conseguido!
Autora del texto y el video: ©Ana María Caro Murillo, de Cuentos, Cuenteros y Otros Seres Fantásticos.
Madrid, 13/05/2020